Encontrarse

Después de una movida caótica de días en seguidilla, con lapsos en el medio más tranquilos que aún así implican trabajar tres veces la cantidad horaria de sueño por noche, me tomé un día para quedarme en la cama.Yo, que suelo odiar perder el tiempo, simplemente dormí, comí y volví a dormir en la cama, casi sin dejar un espacio de ayuno en el medio. Me encontré en un estado casi meditativo en mis propias sábanas, frescas, con algunas miguitas del muffin de chocolate orgánico que me había hecho. Hasta terminé buscando videos en youtube, mientras leía Desayuno en Tiffany, charlas de Steve Jobs.
Mencionaba algo de que si se despertaba varios días seguidos sin hacer lo que quería, sabía que algo estaba mal. Me dormí una siesta pensando en eso; hace cuánto tiempo soy infeliz? Recuerdo cuando mi energía me llevaba a organizar fiestas, planes, salidas, regalos, caminar por toda la ciudad a las risas. ¿Hace cuánto se vio opacada mi vida por un trabajo que detesto? ¿Que me partió en dos?
Desperté de la siesta, merendé, me hice un café y sentí la necesidad de ponerme mis calzas abrigadas, tomar la bicicleta  e ir al Parque Saavedra, el parque cerca de la casa donde vivi mi vida hasta el año pasado, a más o menos 4 kilometros de donde estoy ahora. Fui hasta allá a la noche, la dejé estacionada en el poste junto a la calesita y me puse a correr. Habitualmente corría, como mínimo 3 vueltas, si es queno tenía tiempo y estaba cansada; cada vuelta son 1,6 km. El sólo hacer la cuenta de cuántos km serían me hizo hacer un ejercicio que hacía mucho no hacía. Me puse a correr, con mi playlist de hace dos años, con temas que dejé de escuchar porque me recuerdan a cuando empecé a trabajar y vivía sufriendo y angustiada, y correr con esa música era mi único alivio. Y corrí, corrí, cada vez agregando más vueltas, hasta que hice 10 kilometros, era tarde y tenía que volver en bicicleta a casa para seguir con mis planes.
Y corrí, corrí, me vi a mi misma corriendo, a mi misma sentada en los bancos, haciendo abdominales, cuando entrenaba con los chicos de Boxeo en el parque, cuando acariciaba perritos, cuando me tiraba en el pasto a  hacer ejercicios de meditación.
Y de repente mi vida horrible y angustiosa que me dio asma y me enfermó en todos los puntos que alguien se puede enfermar, la carcel que yo me construí, se veían pequeñitos, lejanos, del pasado.

Supe que fue ahí que eso estaba quedando atrás.

Me hice unos capelettini con atún, salsa barbacoa, queso port salut y con unas galletitas de chocolate me fui a la cama.

Recordé cuando mi psicologo me dijo que veía muy poco de mí ultimamente. Que tenía el trabajo de rescatarme en mis cosas.
Ahí estaba yo, de vuelta.

Comentarios